Saturday, November 5, 2016

Juan Del Val señala en su libro “Aprender en la vida y en la escuela”  que en la sociedad hay tres instituciones castigadoras,  los hospitales, las cárceles y las escuelas.
 Yo no creía eso porque pensaba que la escuela era una un lugar de socialización y aprendizaje en el cual nosotros los profesores  debíamos ser los encargados de llevar  a  los estudiantes por ese camino de conocimiento y socialización, siendo unos mediadores.
Cabe señalar que eso creo, aunque ya no lo veo desde la lejana teoría de un libro o de la explicación interpretativa de un profesor que poco contrato ha tenido con el aula y sus dinámicas.
 Sigo creyéndolo, pero de una marera casi platónica, pues una de las cosas de las que me he dado cuenta en estos años de ejercicio en el aula, es que sí es verdad,  la escuela es una institución castigadora.
 Pero las instituciones son hechas de forma íntegra por las personas que las componen, de ser así y en base a lo anterior  somos nosotros los profesores los que somos los que castigamos.
 Pero no de la forma que se hacía antaño, no con golpes ni tareas que no se relacionan con sus actividades académicas, los profesores castigamos a los niños menospreciándolos.
 No considerándolos personas, no teniendo en cuenta sus capacidades, no incorporando sus individualidades, siendo absolutamente incapaces de exigirnos lo que les exigimos.
 Teniendo siempre un discurso de lo bueno que era todo antes, de lo maravilloso que fue el pasado, haciéndoles sentir todo el tiempo que el problema son ellos (los estudiantes)  al cine por ciento.
 Es evidente que al haber más de un individuo en la en una situación la relación debe ser necesariamente dialógica, así que por fuerza YO como profesor debo ser capaz de si quiera decir, “algo de lo que estoy haciendo no está siendo entendido de la forma en que yo quiero que se entienda”
Y es ahí que los ocho o diez semestres que pasamos en una casa de estudios superiores y el dinero que se pago por ellos (ya sea nuestro o del estado)  debe  hacer fluir una reflexión que nos lleve a una acción para identificar ¿dónde? y ¿cómo podemos solucionar el problema? Pero si seguimos obcecados quejarnos y añorar el pasado no podemos avanzar.
Albert Einstein definía la locura como la repetición de la misma acción esperando resultados diferentes. ¿Qué tiene que ver eso con los castigos? Mucho en mi personal y creo que hasta ahora visceral opinión.
No le exigimos a la sociedad que cambien que la salud mejore, que el transporte mejore, que la conectividad mejore, porque pagamos impuestos y es nuestro derecho, ¿y nosotros cambiamos nuestras estrategias cuando nos damos cuenta que la cuarta vez no funcionó?
No es un castigo someter a nuestros estudiantes a las mismas estrategias fallidas una y otra vez, “porque antes funcionaba así” “porque yo lo hago así” “porque siempre lo he hecho así”.
Como sería nuestra respuesta si esa fuera la explicación que no diera un dentista que no usa anestesia para sacarnos un diente, yo no tengo una respuesta pues el ejemplo lo que busca es llamar a la reflexión.
Cuando digo que no tratamos a los estudiantes como personas son los chiquititos, los niñitos, siempre disminuyendo el étimo que usamos para dirigirnos a ellos.
 Como reaccionaríamos si en una entrevista de trabajo por ser más joven que la persona que no entrevista no dijeran profesorcito, hombrecito o mujercita. Los estudiantes son NIÑOS, con nombre y apellido y por deferencia deberíamos tratarlos así.
Como dije antes lo que he escrito es en mi personal y creo que hasta ahora visceral opinión. De lo que he visto vivido y que también he hecho en los años que llevo como profesora de aula. No digo que somos los únicos responsables, solo digo que en este puento nos estamos rindiendo.

En base a estas variadas y creo que en alguna medida agresivas reflexiones me doy cuenta que son cosas que todos hacemos, pero que no deberíamos, no está bien hacerlo porque todos lo hacen, decir una mentira mil veces no la hace una verdad y criticar y culpar a nuestros estudiantes no nos hace mejores profesores.